miércoles, 28 de abril de 2010

Mi hermano, LUIS-X.


A lo largo de mi vida he tenido que demostrar mi valía como guerrera en diversas ocasiones. Recuerdo, por ejemplo, cierta ocasión, hace tiempo ya, en que me vi envuelta en una dura trifulca de la que salí- no sin esfuerzo- triunfante.

Era una mañana limpia, el sol reverberaba sobre los tejados de Ar. Vestida con mi traje de guerrero, acudí en busca de mi fiel tarn, Destellos, que me saludó con un graznido. Acaricié su plumaje y él restregó su cabeza contra mi mano, cerrando los ambarinos y fieros ojos. Le coloqué la silla y las riendas y monté, ajustándome el casco. Tiré de la primera rienda y él desplegó las poderosas alas. En un par de batidas, sobrevolábamos la ciudad.

Es curioso observar el mundo desde las alturas, todo se ve pequeño e insignificante. Aquel día iba a hacer un reconocimiento de terreno rutinario, comprobando que los territorios de Ar seguían siendo seguros. La mañana transcurrió con normalidad, sin contratiempos destacables. Las fronteras continuaban limpias de enemigos y no había campamentos nuevos en la zona. Cuando estuve satisfecha con mi trabajo, ordené a Destellos virar en el aire y tomamos rumbo a Ar. Cuando el día parecía tan tranquilo, algo llamó mi atención. Con una palmadita en el cuello, ordené a mi montura silencio mientras descendíamos un poco. Algo brillaba entre las copas de los árboles. Agucé el oído y escuché el cruzar de aceros. Entonces, un gruñido de rabia de alguien que ha sido herido. Reconocía esa voz, era mi hermano LUIS-X, guerrero de Ar. Azucé a Destellos para que se internase en la espesura. La mayoría de los tarns son demasiado grandes y pesados para poder volar entre árboles, pero Destellos es ágil y ligero. Se introdujo en el bosque como si se zambullese en el agua y yo salté de su montura, portando mis armas.

Antes de que se dieran cuenta, uno de los atacantes de mi hermano tenía las tripas atravesadas por mi lanza. Con un brusco giro de muñeca, interné el arma en su cuerpo y la extraje, apartando el malherido cuerpo de una patada. A través de la abertura en forma de Y de mi casco, observé la escena con rapidez. Mi hermano se defendía con un puñal mientras los otros dos bandidos (pues eso es lo que eran) le cercaban blandiendo sendas espadas cortas. LUIS-X me reconoció y me sonrió como saludo. Yo, con un alarido, me arrojé sobre el bandido más cercano, que aún estaba sorprendido por mi repentina aparición. Descargué golpe tras golpe, sin descanso. Al principio, los paraba con su espada, pero poco a poco sus movimientos perdían fuerza y entusiasmo. Girando sobre mi propio eje para dar más fuerza al ataque, conseguí hendir mi hoja en su tórax. Con un movimiento deslizante, la extraje y el bandido cayó al suelo, entre estertores, escupiendo sangre. Me di la vuelta y contemplé la destreza de mi compañero, capaz de mantener a raya a su contrincante con un puñal corto. Carraspeé, puesto que no me gusta atacar por la espalda, y el bandido se giró hacia mí. Fue un intercambio corto en el que el acero fue quién tuvo la palabra. No tenía instrucción y manejaba torpemente su espada. Cuando se derrumbó sobre la hierba, tinta en sangre, me saqué el casco y mi melena quedó libre. Con mi ropa de campaña y el yelmo es complicado distinguir mi sexo. Abrió la boca, incrédulo.

- ¿Una mujer? ¿Me ha vencido una maldita mujer?

Sin contestar, hundí mi espada en su cuello, acabando con su vida. Mi hermano se había arremangado y se vendaba un ligero corte que tenía en el brazo. Tomé asiento junto a él y me contó que se había detenido un momento para descansar y que los bandidos le habían hallado distraído y lejos de sus armas. Silbé y Destellos bajó al camino. Ayudé a LUIS-X a montar e hice lo propio. Alzamos el vuelo y volvimos a Ar. El sol ya declinaba, arrancando del plumaje de mi tarn el brillo que le dio el nombre. Me sentí contenta y puse rumbo a mi ciudad.


(Texto escrito por huriye{FR}) Gracias preciosa kajira.