martes, 1 de junio de 2010

Mi pequeña kajira, binna{AR}




En Gor las kajiras son como la sal de la tierra, se afanan en todo tipo de labores y menesteres para agradar y servir a los Libres que pueblan el planeta.
Sin ellas, la vida en Gor no tendría sentido. ¿Qué sería de un Amo sin su esclava?
¿Quién le serviría y le daría aquello que desea y necesita?.
Es por tanto una simbiosis imprescindible.

En Ar el Gran Ubar Marlenus posee un gran harem de bellas kajiras para complacerse a si mismo y a sus invitados.

Me fijé en binna nada más verla, una hermosa bárbara traída de la tierra.
Joven, hermosa, dulce y rebelde a la vez, pero su aspecto exterior no puede compararse con su belleza interna.
Su condición de sierva no hace que quede exenta de poseer un corazón, una mente y unos sentimientos, pocos Libres tienen esto en cuenta y pronto se cansan de quien les sirve fielmente y la dan como comida para slines, no les juzgo, si así lo sienten, así sea para ellos.

Yo veo más allá de lo superficial y los ojos de binna mendigaban cuidados y la quise para mí. Para Marlenus binna era una pequeña joya de la cual era difícil de dejar en otras manos que no fuesen las suyas propias, por eso en su gesto comprendí también el mucho aprecio y estima que el Gran Ubar tiene para conmigo, gesto que siempre agradeceré y trataré de corresponder en la medida de mis posibilidades.

Su precio fue simbólico, el Ubar pidió que le diese como pago por la kajira, la quiva con la que en varias ocasiones utilicé para acabar con la vida de sus enemigos. Esa quiva fue regalo de mi abuelo pero se la entregué gustosa para obtener un bien mayor, mi pequeña binna.

La ceremonia fue intima y sencilla, presidida por el Gran Ubar, Marlenus de Ar, mi hermano Frey, el Señor Dom ^Aire, y de las kajiras del servicio, brenda, huriye{FR} y binna, por supuesto, que nerviosa e inquieta esperaba emocionada el cambio de collar.

Cuando el Ubar tomo la llave del collar de binna, reconozco que me emocioné pero contuve la lagrima que deseaba resbalar por mi mejilla, mi abuelo me decía, ¡una guerrera no llora!, y yo aprendí aquella lección demasiado bien y ya no recuerdo cuando fue la ultima vez que deje que eso sucediese.

Al poco tiempo escuche como Marlenus le decía a la pequeña kajira, que dejaba su cuello libre, que ya no era kajira de Ar y la enviaba a mis pies para que le impusiera mi collar y así fue como con toda la dulzura y el cariño del mundo coloque en su esbelto cuello un hermoso collar que tenía reservado para ella desde hacía tiempo y que guardaba en un pequeño cofre que hice que brenda trajese de mis aposentos.
Con el collar la promesa de cuidarla, protegerla y enseñarla para que cada día sea mejor kajira y sirva con honor y lealtad no solo a mí sino a todo Libre de Ar.
Y en su boca la promesa de hacer tal cosa y servirme con amor, lealtad y devoción, promesa que yo acepte y guarde en mi alma y corazón para siempre.

Después fuimos servidos por las esclavas que dispusieron todo de forma excelente, el vino de Turia corrió en las copas y en nuestras gargantas y celebramos el acontecimiento con alegría, después me llevé a binna{AR} a mis aposentos, desde ese día dormirá siempre a los pies de mi lecho.

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